En días como hoy el tiempo parece no
terminar de pasar nunca y las palabras suenan todas iguales y sin
sentido. En días como hoy da la sensación de que el sol no piensa
en volver a iluminar el cielo. En días como hoy mi yo siente que no
está completo. En días como hoy... me faltas tú.
Mi espalda apoyada sobre la silla,
muchas respiraciones por minutos, una pierna que no cesa de moverse.
Mil preguntas en la cabeza y ninguna respuesta. La habitación vacía
pero llena de sentimientos incontrolables. Hace tiempo, mucho
tiempo, que no estás a mi lado. Una mirada fija en un punto
invisible, pensamientos que van y vienen. Te echo de menos. Ha sido
un largo periodo sin tu presencia, tu cariño, tus palabras. No me
acostumbro a no pertenecer a tu día a día, a no verte y sonreír
por el simple echo de tenerte frente a mí. No me acostumbro a ver
mil y un fotos del pasado y darme cuenta de que por mucho que lo
desee no vas a volver.
Los años quizá no pasaron como me
hubiese gustado, pero recuerdo cada instante a tu lado con un amor
indescriptible. Fuiste esa clase de persona a la que es obligatorio
querer. Tus andadas, historias, recuerdos... Siempre haciéndome
sentir afortunada. Siempre haciéndome sentir orgullosa. Ese fue uno
de mis mayores errores, no decirte lo orgullosa que estaba de ti. Me
pareciste un héroe que guardaba en cada cicatriz de su cuerpo una
parte de su vida, algo que contar. Luchaste hasta que la situación
no te lo permitió más, pero ganaste. Para mí, ganaste.
Soy consciente de que crecí, que
cambié mi forma de ser, que es posible que ya no corriese a colgarme
de tus brazos ni te pidiese a gritos pasar tiempo contigo. La vida
nos va moldeando cada segundo y es imposible permanecer siempre
igual. Pero te juro que nunca perdí la ilusión al verte sonreír
cuando como una familia entrábamos por la puerta y comíamos
mientras nos contábamos qué tal había se había portado la semana,
el mes o incluso el año. Te juro que nunca perdí la ilusión de
abrazarte y sentir ese calor que sólo tú eras capaz de aportar. Te
juro que nunca dejé de considerarte el más grande, el mejor.
No perdonaré al destino por no haber
permitido que te dijese una última vez lo mucho que te admiro, por
no haberme dejado estar a tu lado y suplicarte al oído que no me
abandonaras. Lamentablemente nada lo va a cambiar y por eso intento
recordarte sin lagrimas en los ojos para poder imaginar tu rostro tan
alegre como estaba aquella última vez que te vi. Te ganaste ese
pedazo de cielo, que sé que ahora tienes, por tus propios méritos. Y
aunque allí es posible que todo sea mejor, en el suelo y entre
nosotros, siempre va a caminar un hombre que supo enseñarme el
significado de la palabra valor.
“Que una persona cuando se va al
cielo sigue viva en el corazón de cada persona que lo recuerda. Tú
siempre seguirás vivo en el mío.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario