Los recuerdos hoy han venido como una estrella fugaz a mi mente. Cada palabra ha dado cien vueltas y me ha acorralado hasta que ha conseguido salir.
Ayer me levanté esperando como cada mañana asomarme por la ventana y ver que el sol volvía a sonreírme. Incluso por las noches, dejaba su rastro sobre las estrellas para que yo supiera que aun estaba allí. Ni siquiera a estas alturas conozco el motivo de mi felicidad. Pero ya no me importa.
Ayer me levanté esperando como cada mañana asomarme por la ventana y ver que el sol volvía a sonreírme. Incluso por las noches, dejaba su rastro sobre las estrellas para que yo supiera que aun estaba allí. Ni siquiera a estas alturas conozco el motivo de mi felicidad. Pero ya no me importa.
Ayer me asomé por la ventana prestando atención a los pájaros. Cantaban.
Cerré las cortinas y como siempre me senté en el borde de la cama, casi a punto de caerme. Observé con cautela cada rincón de aquella habitación que había vuelto a ser mía después de casi 20 años.
Estaba prácticamente intacta. Mi cama, mis peluches, mis adornos, incluso los huecos donde antes habían estado las fotos y los pósters, estaban allí.
Cerré las cortinas y como siempre me senté en el borde de la cama, casi a punto de caerme. Observé con cautela cada rincón de aquella habitación que había vuelto a ser mía después de casi 20 años.
Estaba prácticamente intacta. Mi cama, mis peluches, mis adornos, incluso los huecos donde antes habían estado las fotos y los pósters, estaban allí.
Ya no quería llorar, ni recordar aquel maldito noviembre de 2009 en el que tuve que tomar la mayor decisión de mi vida. Eso había quedado en el pasado y lo seguiría estando de no ser porque mientras miraba las grietas del techo tumbada en la cama, Vicky gritó mi nombre. Supuse que tendría una llamada o algo parecido, pero no.
- ¿qué ocurre?- Pregunté ansiosa.
- Es para ti.
- Es para ti.
Me tendió un sobre blanco no muy grande y desapareció entre el frió de otoño. Serena, sin llorar, pero sin faltarle las ganas que le habían acechado desde aquel día. La pesadilla.
Esperé a que entrara en el salón y volviera a tumbarse a escuchar, pero sin ver, los vídeos de otros tiempos. Su vida desde hacía un mes había girado entorno a palomitas quemadas y llamadas de teléfono para conseguir una respuesta. Se desvaneció.
Volví la mirada a aquel sobre y lo giré para saber de donde provenía y de quien era. Leí. Como acto reflejo me tape la boca y abrí los ojos. Una sonrisa. Las mas sincera, quizás, en muchos años.
Entonces comprendí que después de todo, cuando se dice siempre. Es siempre.
Hace más de 20 años…
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